"Hay un rol que sólo la escuela y el docente van a tener siempre: transformar la información en conocimiento"

Compartilhamos entrevista que a EducaRed Argentina fez a Roxana Morduchowicz, Diretora do Programa Escuela y Medios do governo argentino, em junho de 2010. Ela falou sobre os novos consumos culturais dos jovens; informação x conhecimento e potencialidades das novas tecnologias. Boa leitura e boas reflexões! 

Roxana MorduchowiczEn diálogo con EducaRed Argentina, la directora del Programa “Escuela y Medios” se refirió a los nuevos consumos culturales de los jóvenes y manifestó que “tienen un altísimo potencial al igual que las tecnologías, siempre y cuando se sepan usar”. Respecto de la horizontalidad que promueven las redes, expresó que “han cambiado las dinámicas familiares y entre alumnos y profesores porque los chicos aventajan al adulto en cuanto al uso instrumental de las tecnologías”. Por último, respecto de la violencia escolar, se encargó de diferenciarla con “la violencia protagonizada por alumnos” y dijo que los medios tienen la obligación, a la hora de cubrir este tipo de hechos, “de no amplificarlos, no generalizar y no caer en estereotipos que generalmente se vuelven en contra de los adolescentes”.
Roxana Morduchowicz es doctora en Comunicación por la Universidad de París, master en Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), licenciada en Letras de la Universidad del Salvador e investigadora Fulbright por la Universidad de Stanford (EEUU). Además, es consultora en Medios de Comunicación y Educación en América Latina, África, Medio Oriente y Europa. Actualmente, dirige el Programa de Escuela y Medios del Ministerio de Educación de la Nación. Fue profesora invitada en varias universidades internacionales, conferencista en congresos y autora de múltiples artículos y libros sobre la especialidad. 
EducaRed: En sus libros “La generación multimedia” y “El capital cultural de los jóvenes”, analiza las características de los consumos culturales de los niños y adolescentes en la era de Internet. ¿En qué son distintos los niños y adolescentes de hoy respecto de los de una generación atrás? ¿En qué medida la revolución tecnológica de las últimas décadas explica estos cambios?
Roxana Morduchowicz: Efectivamente esta generación es diferente a la de sus padres, y a la de cinco, diez o quince años atrás. Por muchos motivos, pero sobre todo porque los chicos hoy viven en un mundo mediático y tecnológico sumamente diversificado, con muchas más opciones tecnológicas que las que teníamos nosotros cuando éramos adolescentes, y en un mundo de pantalla que nosotros no teníamos. Los que tienen menos de 18 años nacieron en un mundo tecnológico que, si tomáramos separadamente cada medio de comunicación, muy pocos de ellos tienen que ver con nuestra infancia y adolescencia. Disponen de la pantalla de televisión, el cine, el celular, la computadora, el ipod, el Mp3; es decir, viven y hacen todo en sus pantallas. Y eso los define. Yo siempre digo que cuando éramos chicos, en el primer día de clase, la maestra nos preguntaba para conocernos cómo estaba constituida nuestra familia, a dónde íbamos de vacaciones, quién era nuestro mejor amigo… Todas esas preguntas siguen siendo importantes, pero actualmente, si no le agregamos: qué música te gusta, qué películas ves, qué programa de televisión es tu favorito, cuáles son los sitios Web que más navegás, nos estamos perdiendo una parte importante de la identidad cultural de los chicos. O sea, la diferencia con los de antes es que tienen un mundo tecnológico del que se aprovechan para hacer  vida social, para informarse, entretenerse; opciones que nosotros no disponíamos a su misma edad.

ER: A su criterio, ¿cuáles son los aportes que las tecnologías realizan al capital cultural de los jóvenes?
RM: El aporte es enorme. Internet tiene un potencial altísimo porque nos permite acceder a información que antes no teníamos; pero para el adolescente no es solamente eso, sino fundamentalmente el uso comunicativo. Se sabe que la principal utilización de Internet por los adolescentes acá y en el mundo es el chat. Es decir, estar frente a la computadora  pero con una función preponderantemente social. Los chicos usan Internet para comunicarse, ya sea a través de un celular, la computadora… el soporte poco importa. Lo primordial es que Internet para ellos tiene una función básicamente de comunicación. Más allá que también puedan hacer la tarea o acceder a información sobre su grupo musical favorito. Esto no significa que hablemos de la democratización total de la información y del acceso a partir de la llegada de Internet. Por dos grandes motivos: en primer lugar porque lamentablemente en la Argentina y en los países latinoamericanos la brecha digital todavía existe; hay amplios sectores de la población que no tienen acceso a Internet, o mejor dicho, la conectividad en hogares apenas alcanza el 20% en el país. Hay un 80% de los adolescentes que necesitan de un locutorio o un ciber y, por lo tanto, pagar cada vez que se conectan. Y un menor uso, y menos diversificado, porque está comprobado que el chicos que la tiene en su casa, usa Internet para una variedad de funciones superior al que va al locutorio. La otra razón es que tener la herramienta es muy importante, pero no  suficiente. Si uno no sabe cómo buscar lo que busca y qué hacer con lo que encuentra, es poco lo que sirve. Como parte del Ministerio de Educación, necesitamos que los chicos sepan distinguir de dónde proviene la información. No es lo mismo buscar datos sobre la contaminación del río de un sitio Web de Greenpeace, que de una petrolera, porque obviamente las posturas van a ser diferentes. Los chicos tienen que aprender a usar esas herramientas de manera reflexiva, de manera crítica, así como debería hacerlo con la televisión, el diario y la radio. Todos los medios de comunicación tienen un altísimo potencial, al igual que las tecnologías, siempre y cuando se sepan usar.
ER: ¿Coincide en que la horizontalidad de las relaciones que promueven las redes ha cambiado el vínculo entre alumnos y maestros, y entre padres e hijos? ¿Por qué?
RM: Cambió el vínculo, efectivamente. Uno nunca puede decir si para mejor o para peor, porque lo está viviendo ahora; lo que sabe es que se modifica. Habrá que analizarlo más adelante, cuando hayamos vivido un período de tiempo y estemos en otro. Lo que sí podemos afirmar es que han cambiado las dinámicas en la familia y en la escuela, porque se produce, entre otros factores, lo que se llama en investigación “socialización invertida”; es decir, normalmente son los padres y docentes los que enseñan a los chicos. Ahora cuando el uso instrumental se produce al revés, cuando el chico pasa más tiempo en la computadora y con Internet, está más informado en su uso instrumental. Por supuesto, los adultos siguen siendo adultos y por experiencia de vida, tienen mucho más para enseñar sobre cómo usarlos y qué riesgos implica. Por dar un ejemplo, el uso de foros muchas veces atractivos para los jóvenes, si no están moderados, los adultos conocen los riesgos que pueden significar. Si se chatea con desconocidos y se promueven encuentros personales,  este es un riesgo del que está al tanto el adulto y no necesariamente el chico. Han cambiado las dinámicas porque los chicos aventajan al adulto en cuanto al uso instrumental de las tecnologías. Porque pasan más tiempo con la computadora y porque están más con la técnica del ensayo y error que les permite aprender. Lo que nos pasa a los adultos es que tenemos rupturas que hacer respecto de las nuevas tecnologías que van apareciendo, que no nacimos con ellas y que tenemos un poco más de resistencias o bloqueos. En cuanto a los usos de Internet, siempre el adulto, sea el padre o el docente,  debido a su experiencia de vida está más preparado para entender los riesgos.
ER: Hoy se discute mucho acerca del “residuo cognitivo” que genera la interacción con los medios digitales. ¿Pueden  las investigaciones decirnos algo sobre los cambios que se producen en las formas de la cognición  al operar con las tecnologías?
RM: Hay un cambio en el acceso al conocimiento y a la información. Hace poco, una investigadora francesa decía que ahora necesitaríamos un Piaget del siglo XXI, porque el citado pedagogo fue muy importante para lo que ya vivimos, pero frente a las tecnologías necesitamos uno nuevo. Los chicos acceden a la información de manera diferente y la escuela no puede tener, como a lo mejor en la era Gutemberg, el monopolio de la información. Pese a todo, hay un rol que sólo la escuela y el docente van a tener siempre, que es transformar esa información en conocimiento. Porque para eso hace falta reflexión, discusión, debate, análisis, todas categorías que la escuela enseña. A ser crítico se aprende en la escuela. Acceder a Internet no nos convierte en receptores críticos, nos convierte en informados, a lo mejor. Es verdad que cambió el acceso a la información, lo que de ninguna manera va a cambiar es el desafío de la escuela, que tiene que promover analizar, evaluar, procesar todo ese cúmulo de información que nos facilita Internet.
ER: La escuela ha manifestado históricamente cierta tensión o rechazo con los medios masivos, sobre todo la televisión, asociada a cierta desconfianza  de lo popular y de  las industrias culturales. ¿Cómo ve hoy esa relación?
RM: La relación entre la escuela y los medios de comunicación, especialmente los audiovisuales siempre fue compleja. Fue difícil porque la escuela nació con Gutemberg cuando se creó la imprenta; hubo una necesitad de crear una institución que enseñara a leer y escribir lo que se iba a empezar a difundir. Por ese origen estuvo siempre ligada a la cultura de la letra escrita; cuando apareció la imagen, primero en el cine, luego con la fotografía y después con la televisión, opuso una resistencia. Cualquier propuesta de pantalla es un problema para la escuela por su mayor adhesión con la cultura escrita e impresa. Por suerte, cada vez hay menos resistencia y más reconocimiento de la escuela a un fenómeno que no se puede ignorar, como son  las pantallas. Mucho de lo que los chicos aprenden proviene de ellas; sea de la TV, del cine, del celular o de Internet. Incorporar estas tecnologías o estos soportes se hace cada vez más cotidiano. La escuela sabe hoy que la tiza y el pizarrón no alcanzan y que necesita de estas pantallas para llevar adelante mejor su tarea.
ER: Usted afirma que la presencia de nuevos lenguajes y tecnologías resignificó el lugar de la propia escuela  que, de esta manera, se ve empujada a asumir nuevos roles y acciones. ¿Cuáles son esos nuevos desafíos que deben enfrentarse hoy?
RM: Abrirse a otros lenguajes, enseñar que leer no es solamente leer un libro o un diario; el libro sigue siendo lo que algunos especialistas definen como la primera alfabetización, la puerta de entrada. No podemos ignorar que necesitamos leer para poder acceder a otras expresiones de la cultura. El gran desafío de la escuela hoy es tomar al libro como punto de partida, y no como meta de llegada. Necesitamos recurrir a otros lenguajes y por eso nos pondríamos muy contentos si leer, para la escuela, fuera un concepto ampliado, que incluyera la imagen, al lenguaje audiovisual y al hipertextual o digital.
ER: ¿Pueden los medios de comunicación colaborar para disminuir los índices de abandono escolar?
RM: Por supuesto. Pueden y deben. Los medios de comunicación juntos, pueden lanzar campañas sensibilizando a la población sobre la importancia de que un chico termine la escuela secundaria. También  proponer programas donde se revalorice el rol, el papel y la función de la escuela. Las campañas de bien público pueden ser de gran ayuda para la educación y  la sociedad. Los medios son un servicio público y como tal deberían contribuir con todo lo que signifique mejorar la calidad cultural y educativa de la población.
ER: ¿Por qué cree que todavía existen resistencias en los docentes a integrar las nuevas tecnologías en sus prácticas cotidianas?
RM: Porque se sienten más inseguros, porque saben que los chicos tienen un uso instrumental muchísimo más avanzado que ellos. No todos los docentes son usuarios de Internet en sus casas y sabemos que cuando el docente no valora o no utiliza un determinado medio de comunicación, es muy difícil que lo incorpore en la clase. También la falta de políticas públicas en algún sentido, mayor capacitación, mayor preparación, son un conjunto de factores. Pero creo que esto se va venciendo de a poco, como cuando nace cualquier tecnología. Cuando apareció la videocasetera, también era más difícil que se animaran a pasar un video en la Escuela y hoy es moneda corriente. Confiamos en que el tiempo, la capacitación, el uso y la apropiación, allanen la incorporación de la tecnología en la región.
ER: ¿Qué consejo le daría a un docente que siente que la presencia de las tecnologías en el aula crea una brecha entre él y sus alumnos, para que revise sus prácticas y pueda sacar provecho de su inclusión?
RM: El chico puede tener un manejo del medio muchísimo más fluido y profundo, que cualquiera de nosotros que trabaja y convive con las tecnologías; pero esto no lo convierte en crítico. El docente tiene el extraordinario papel de que ese chico aprenda a analizar aquello que encuentra en Internet. Y esto sólo lo puede enseñar el maestro, porque necesita un conjunto de capacidades que el chico no posee: aprender a analizar, a evaluar, a interpretar, a leer entre líneas; se trate de un sitio Web o el manejo de un chat. Todo aquello que no es instrumental, por suerte, sólo lo va a encontrar en la escuela y en la familia.
ER: ¿En qué medida los medios de comunicación son responsables o influyen en los casos de violencia entre alumnos, o hacia los docentes?
RM: Hay dos cosas que hay que diferenciar: la violencia escolar de la violencia protagonizada por alumnos. Muchas veces los chicos que van al secundario se encuentran en la calle y hay un hecho de violencia. Eso no es violencia escolar, es violencia protagonizada por adolescentes. No hay muchos casos en el año. Nosotros durante el 2009 llegamos a contabilizar 6 o 7, no más. La responsabilidad de los medios es que, lamentablemente, amplifican estos hechos y en lugar de ser seis o siete parecen seis o siete mil. Nosotros sabemos que son hechos que se tienen que dar a conocer, como cualquiera de la sociedad, y sobre todo porque tienen importancia; pero lo que les pedimos, es que los contextualicen, que tengan en cuenta que son menores los que están en juego. Que todos los medios -estamos hablando de You Tube y de la televisión- ejerzan la responsabilidad social que necesitamos de ellos. La verdad es que los casos no son tantos al año, y resulta que terminamos creyendo que todos los adolescentes son violentos, y que lo único que hacen es ir a la escuela con navajas o cuchillos. Los únicos perjudicados terminan siendo los jóvenes a quienes se los etiqueta o estigmatiza, generalmente con una carga de estereotipo negativo. Lo más importante que tienen que tener en cuenta, a la hora de cubrir este tipo de hechos es no amplificarlos, no generalizar y dejar en claro que se trata sólo de un puñado, respecto de los millones que van a la escuela cotidianamente en la Argentina.
Fonte: EducaRed Argentina - Fundação Telefônica

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